miércoles, 18 de septiembre de 2019

Yo, maldito



Dormí bajo la lluvia

en el rincón de una banca

del parque más lejano

absorto por la inmundicia

de las mentiras diáfanas

resistiendo las despiadadas lecciones

que siempre regala la vida

y entre el humo de las fabricas

a los ojos de la luna

recorrí uno a uno

todos los arrabales infectos

buscando sediento consejo

para lacrar hondas heridas

de mi corazón emancipado

jardín de las flores del mal

que adornan mi cabeza

llena de odio, a veces vergüenza

resonando los regaños de papá

cuyo nombre ya no recuerdo

por las promesas que se han diluido

como agua por la coladera

de mi alma ahora vacía

que vaga con amor desdeñado

tirado al frío vacío

donde la muerte es la única enamorada

endulzando mi oído

a las palabras condenadas:

¡eres un maldito!

un fugaz proscrito

naufrago de los sueños

desterrado al insondable pozo

donde el sol nunca se asoma

cuerpo desnudo

ecos sin respuesta

ese limbo perverso

que tiene a la soledad

por señera compañía

que se ríe al oír la broma

en que se ha convertido

mi andar desolado

que me hunde, intenta ahogarme

sin que nadie escuche

pero si Dante cruzó

el tormentoso averno

por su Beatriz amada

y si Fausto se volvió

sabio después de engañar

al diablo en figura

así yo también he de cruzar

este infierno con agallas

para engañar a mi mente oscura

y escalar paso a paso

este foso de la demencia

en busca de la luz ansiada

y recordar por siempre este viaje

como si soló hubieran sido

las lágrimas de un mal día.


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