miércoles, 18 de septiembre de 2019

De la escritura como terapia



La escritura tiene un poder que muchos desconocen a pesar de ser una actividad común y cotidiana. El ejercicio de escribir que puede revelarnos un mensaje inconsciente que muchas veces no puede salir por medio de los actos o las palabras. Si reflexionamos un poco, el lenguaje es tal vez, el más grande y complejo invento de la humanidad. Y es que imagínate cuántos cientos o miles de años le tomó a la humanidad desarrollar conceptos en torno a cosas tan sencillas como herramientas o en cosas tan complejas como sentimientos, deseos o metafísica que no se pueden explicar sino mediante el uso de sonidos, signos y caracteres que a la postre se convertirían en un lenguaje de uso común a las sociedades para su entendimiento mutuo. Con el tiempo la humanidad evoluciono y a su lado el lenguaje y la forma de comunicarse. Se incluyeron más y más conceptos cada vez más complejos que pueden expresar cosas tan amplias e inteligibles como el amor, el dolor, el sufrimiento, la alegría y la tristeza. Luego hubo siglos en los que la humanidad no conoció otro medio de comunicación que no fuera la escritura para divulgar el conocimiento, la religión, la ciencia y la filosofía. Domamos el lenguaje y lo hicimos único; a nuestra imagen y semejanza. Lo hicimos bello con la poesía, lo hicimos alegre con la música y lo hicimos integrante con los cuentos y las novelas. También con el tiempo descubrimos que puede ayudarnos a otros aspectos de nuestra vida ya sea como herramienta de trabajo o como uso terapéutico. Desde hace muchas décadas en psicología la escritura ha sido tomada en cuenta como una actividad terapéutica capaz de ayudarnos a desarrollar procesos cognitivos, de aprendizaje y hasta de sanación de heridas emocionales. Claro ejemplo son las actividades que psicólogos recomiendan en terapias conductuales-cognitivas como escribir un diario, redactar metas, anhelos, defectos, virtudes y miedos en pos de conocernos nosotros  mismos.

Pero, alguna vez te has preguntado ¿qué le pasa a tu mente cuando escribes?  A diferencia del lenguaje oral que puede divagar entre el pensamiento y las palabras, la escritura nos obliga a ser más precisos y concisos, es decir, a evitar llevar pensamientos sin rumbo para conectarlos de manera cuerda a fin de expresar una idea concreta. Escribir conlleva la identificación de pensamientos lógicos, pero también de sensaciones y de emociones que percibes sobre ti mismo, sobre el mundo y sobre los otros. Aunado a esto, la escritura conlleva una gran dosis de creatividad. Desarrollar la creatividad estimula de manera positiva el cerebro y le hace liberar sustancias como la serotonina que nos ayuda a estar emocionalmente sanos cada día.

¿Recuerdas cuando le escribías una carta de amor a alguien? Identificabas que había una inspiración dentro de ti que venía de todos tus recuerdos como películas, canciones y libros que estaban en tu cabeza. Imagínate en los siglos pasados cómo las personas se comunicaban la mayor parte de tiempo mediante cartas, escritos y memorandos en los que tenían que hacer gala de habilidades sintéticas, de redacción y de emociones para escribir lo más resumido posible y que los demás entendieran el mensaje claramente.  Pero esos tiempos han quedado muy atrás. Hoy en día con las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea el uso del lenguaje se ha reducido y con ello, la creatividad para escribir. Cuando escribimos mediante esos mecanismos solemos usar un lenguaje corto que ronda alrededor de las 300 palabras en promedio de un lenguaje que tiene más de 88,000 palabras. Esa es la exigencia de un mundo moderno en donde hablamos con todos pero sólo nos comunicamos con algunos cuantos, incluso a veces con nadie. Escribir mediante mensajería instantánea nos reduce el pensamiento a mecanicismos de conciencia lógica para decir algo breve y sin fondo con el fin de que la otra persona se capaz de comprenderlo de la misma manera, es decir, sin creatividad. Contrario a eso, escribir una carta, un poema, un cuento o algún escrito creativo nos lleva a esforzar nuestra mente y nuestra creatividad y de igual manera lleva al receptor del mensaje a esforzar su mente para comprender realmente el mensaje y lo que hay de fondo en él.

En medio de la vorágine que representa el mundo posmoderno hoy en día, el dedicar un par de minutos  al día o a la semana para escribir nos ayudará a tener mejores procesos mentales y emocionales. Por ejemplo, escribir sobre nosotros mismos y sobre los que nos rodean desde un punto neutral nos facilitará la expresión y la comprensión emocional, nos ayudará a descubrir conflictos internos en relación a nuestra conducta y potenciará nuestro autoconocimiento y puede desahogarnos en una crisis emocional. Escribir creativamente por otro lado, nos ayudará a mejorar procesos cognitivos como memoria, habilidades lógicas y lingüísticas y nos ayudará a comprender mejor el mundo y las dinámicas que vivimos diariamente desde una perspectiva individual.  

A veces hay cosas tan dolorosas dentro de ti mismo que no se las puedes contar a nadie o que crees que nadie comprenderá. Pero no quiere decir que no tengas espacio para expresarlo. Puedes tomar 20 minutos al día para escribir sobre cómo te sientes y verás que puedes empezar a comprender mejor lo que te está pasando y por consecuencia a sanar. Escribir te ayudará a darle un sentido a la vida cuando crees que no lo tiene. Cuando escribas intenta construir una narrativa que conecte con otros aspectos de tu vida. Intenta ir hacia atrás como si fueras una novela escrita en forma de serpiente que se muerde la cola para que comprendas que fue lo que pasó para que llegaras a ese punto. No temas equivocarte y después reestructurar y reescribir lo que escribes mediante un inicio, un desarrollo y un final, como si fuese verdaderamente una historia; tú historia. Escribe y ya, y al escribir conéctate contigo mismo.

Y después de leer esto, ¿te animas a escribir?

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